Llegaron, se conocieron, platicaron y emprendieron el vuelo con la primera novela regional. La directora general del Instituto Sudcaliforniano de Cultura, Elsa de la Paz Esquivel Amador, brindó la bienvenida al grupo encabezado por el sinaloense autor de Balas de Plata y otras novelas más, Élmer Mendoza. Al recibirlos en su oficina, en la mesa de la sala de juntas sobre la que se escribieron las primeras líneas estructuradas de la novela, Esquivel Amador les expresó la satisfacción que existe en la región sobre el proyecto, en especial al reconocerlo como ambicioso, lleno de expectativas y, sobre todo, factible por el entusiasmo de los integrantes.
Desde Tijuana llegó Gidi Loza con una maleta llena de dudas; desde Culiacán, Francisco Triana se acompañó también de especulaciones; desde Hermosillo, Jorge Durazo (quien no pudo asistir por diversas razones) expresó las mismas preguntas; y en su propia ciudad, Brenda Robles dio la primera sorpresa: no formará parte del equipo para dedicarse de tiempo completo a sus estudios de posgrado en cinematografía con la beca que recibió recientemente en Escocia, a donde volará en unos cuantos días. El plan de contingencias entró en operación el mismo domingo y Brenda fue sustituida por el escritor sudcaliforniano Julio Ortiz.
Durante su exposición, Élmer Mendoza hizo ver que la novela “en cuatro tiempos” se creará y recreará en cada uno de sus etapas, y buscará que esté bien escrita y técnicamente resuelta. Ahí mismo destacó que no puede hablarse todavía del final de la novela, ya que cada integrante, bajo la estructura acordada, tendrá libertad para modificarla, especialmente cuando se parte del principio que “la literatura es siempre ficción que se alimenta de todo”. El autor de Cóbraselo caro comparó el trabajo de la presente novela como la creación de una obra musical de teatro en donde a cada paso de preparación del montaje, se van modificando los elementos secundarios antes del estreno, buscando en todo momento la adaptación a las notas con los bailes, el vestuario, los cantantes, el escenario, la intensidad buscada y, finalmente, el espíritu de conjunto para que el público la disfrute.
A los integrantes del grupo, Élmer les refirió el compromiso que cada uno tiene con la narrativa mexicana, cuando a ésta se le reconoce como una de las mejores del mundo contemporáneo. Si al final la novela resulta realista o fantástica, o si se convierte en algo gótico, no lo sabremos hasta que cada uno intervenga en su momento, señaló. Por lo pronto, agregó, aprovecharemos las herramientas modernas para comunicarnos y plantear las propuestas y sugerencias, de tal modo que unos dos o tres meses podamos leer la primera propuesta del texto y encaminarla para que a mediados del 2010 pueda pasar a prensa.
Con todos los integrantes, las sesiones ocurrieron durante dos días en los que mañana y tarde se dedicaron a darle estructura: la primera característica surgida de la mesa de trabajo fue que la redacción será a partir del texto que Gidi realizará para que, posteriormente, un segundo miembro del grupo lo tome completamente en sus manos y pasar al tercero y la cuarto.
Al concluir las jornadas de trabajo, los integrantes del equipo expresaron que se regresaban a sus lugares de residencia con la firme idea de concluir la obra, con un enorme entusiasmo por formar parte del proyecto y que, no obstante continuar con alguna incertidumbre, el ánimo de trabajar en equipo los motivaba para llegar a buen puerto y concluir una “propuesta que será de todos”.
Desde Tijuana llegó Gidi Loza con una maleta llena de dudas; desde Culiacán, Francisco Triana se acompañó también de especulaciones; desde Hermosillo, Jorge Durazo (quien no pudo asistir por diversas razones) expresó las mismas preguntas; y en su propia ciudad, Brenda Robles dio la primera sorpresa: no formará parte del equipo para dedicarse de tiempo completo a sus estudios de posgrado en cinematografía con la beca que recibió recientemente en Escocia, a donde volará en unos cuantos días. El plan de contingencias entró en operación el mismo domingo y Brenda fue sustituida por el escritor sudcaliforniano Julio Ortiz.
Durante su exposición, Élmer Mendoza hizo ver que la novela “en cuatro tiempos” se creará y recreará en cada uno de sus etapas, y buscará que esté bien escrita y técnicamente resuelta. Ahí mismo destacó que no puede hablarse todavía del final de la novela, ya que cada integrante, bajo la estructura acordada, tendrá libertad para modificarla, especialmente cuando se parte del principio que “la literatura es siempre ficción que se alimenta de todo”. El autor de Cóbraselo caro comparó el trabajo de la presente novela como la creación de una obra musical de teatro en donde a cada paso de preparación del montaje, se van modificando los elementos secundarios antes del estreno, buscando en todo momento la adaptación a las notas con los bailes, el vestuario, los cantantes, el escenario, la intensidad buscada y, finalmente, el espíritu de conjunto para que el público la disfrute.
A los integrantes del grupo, Élmer les refirió el compromiso que cada uno tiene con la narrativa mexicana, cuando a ésta se le reconoce como una de las mejores del mundo contemporáneo. Si al final la novela resulta realista o fantástica, o si se convierte en algo gótico, no lo sabremos hasta que cada uno intervenga en su momento, señaló. Por lo pronto, agregó, aprovecharemos las herramientas modernas para comunicarnos y plantear las propuestas y sugerencias, de tal modo que unos dos o tres meses podamos leer la primera propuesta del texto y encaminarla para que a mediados del 2010 pueda pasar a prensa.
Con todos los integrantes, las sesiones ocurrieron durante dos días en los que mañana y tarde se dedicaron a darle estructura: la primera característica surgida de la mesa de trabajo fue que la redacción será a partir del texto que Gidi realizará para que, posteriormente, un segundo miembro del grupo lo tome completamente en sus manos y pasar al tercero y la cuarto.
Al concluir las jornadas de trabajo, los integrantes del equipo expresaron que se regresaban a sus lugares de residencia con la firme idea de concluir la obra, con un enorme entusiasmo por formar parte del proyecto y que, no obstante continuar con alguna incertidumbre, el ánimo de trabajar en equipo los motivaba para llegar a buen puerto y concluir una “propuesta que será de todos”.